Día: 10-02-2014.
Ruta: Bufones de Pria.
Lugar: Llames de Pría
(Llanes).
Comentario:
Seguía el temporal en
la costa asturiana, así que tras la breve visita del día anterior a la zona del
Cabo Peñas a ver el estado de la mar, este día me dio por ir a conocer una ruta
de las clásicas de la costa asturiana, la de LOS BUFONES DE PRÍA.
Estos bufones se
encuentran en el concejo de Llanes y se trata de la agrupación de bufones más
occidental de la costa asturiana.
Los bufones son
formaciones kársticas que consisten en
orificios verticales formados a pocos metros del borde de acantilados de roca caliza y que
interiormente comunican con el mar.
Cuando la marea sube y
las olas baten con fuerza, entonces se expulsa hacia arriba un chorro de agua
de mar pulverizada, lo que provoca un sonido característico que es lo que les
da el nombre de bufones.
Estas columnas de agua
que salen disparadas pueden alcanzar más de 10m de altura y los bufidos pueden
oirse a varios kilómetros.
Pues este domingo día
10 de Febrero iba a ser finalmente el día que me acercara a conocer esta zona
del litoral asturiano, aprovechando el temporal de estos días en la región.
Así que aparqué el
coche en la localidad llanisca de Llames de Pría, donde había gran cantidad de
coches aparcados, señal que había mucha gente por la zona conociendo la
actividad de los bufones en este día.
Aunque parecía que por
lo nublado y por el viento que pronosticaban en este día iba a resultar molesta
la excursión, finalmente decir que el tiempo respetó a todos los que estábamos
por la zona y se pudo ver con cierta comodidad los acantilados golpeados por el
mar, así como sus bufones.
Cartel al inicio de la
ruta en el pueblo mismo de Llames.
Tras caminar unos 10
minutos, se llegó a la amplia zona donde se encuentran los bufones.
El sonido de los
bufones ya se oían con total claridad desde el pueblo, situado a más de medio
kilómetro de la línea costera.
Lo primero que descubrí
al llegar a la zona de la ruta del día fue esta pequeña entrada en la costa
donde el mar se metía una y otra vez sin tomarse un descanso.
Tres secuencias de la
colisión mar-tierra en esta entrada.
Entonces me dirigí con
cierta precaución por el terreno hacia la zona derecha de la entrada anterior,
pudiendo observar la misma desde su zona derecha.
Se ve perfectamente la
erosión que ha hecho el agua después de tanto miles de años estrellándose en la
roca, pudiendo apreciarse la especie de agujero (donde está cayendo el agua) y
por donde sale disparada el agua salada por el agujero situado en la planicie.
Noelia en una foto
tomada en el preciso momento en que el agua chocaba y salía disparada por el
bufón.
A escasos metros de
donde saqué las anteriores fotos pude apreciar en el lado opuesto cómo el mar
golpeaba con fuerza un pequeño saliente en una parte de estos acantilados.
Dos imágenes, una antes
de golpear y otra momentos después que se estrellara contra la costa, el oleaje
de turno.
Vista de la planicie en
la línea costera, donde estábamos todos en este día a ver los bufones y las
olas de considerable tamaño.
Foto con zoom de la
parte de la costa donde estaría al final de la excursión.
Tres imágenes de cómo
iban entrando las olas en la pequeña bahía de la zona.
Seguí avanzando hasta
otra saliente donde se apreciaban de maravilla los tremendos choques del agua
en la roca.
El proceso de colisión
en este punto de la costa era…
La ola acercándose en
dos imágenes.
Y de propina otras tres
con el propio choque del agua y saltando ésta en miles de partículas hacia
todas direcciones.
Una vez que se había
producido la colisión, el mar por unos instantes quedaba en aparente calma.
Y… ¡Cómo no…!, el menda
inmortalizado en el lugar.
Estuvimos mucho rato en
la zona, entretenidos con la costa y con los propios bufones.
Vista de la
salida de un bufón.
Y a lo lejos, saliendo
el agua por uno de ellos.
El día ofrecía alguna
guapa estampa de la costa y de los bufones.
Noelia en una guapa
estampa con el mar explotando detrás de ella.
El menda, con otra zona
de acantilados sufriendo las embestidas del oleaje.
Luego nos dirigimos a
la zona opuesta de las primeras fotos de la jornada.
Así se veía la
explanada desde esta vertiente.
Entonces nos dirigimos
a la zona de la Playa de Guadamia, playa en la que desemboca el río del mismo
nombre y que marca la frontera natural entre los concejos de Ribadesella y
Llanes, siendo una playa de tan solo 80 metros pero de gran belleza
paisajística.
El mar entraba por
especie de pequeña ría hacia la misma playa.
Pero antes de llegar a
una especie de mirador sobre esta playa, podíamos contemplar en tres estampas
como a la entrada de esta “ría” el mar se estrellaba en los acantilados.
Llegamos a este mirador
donde se podía ver con total claridad la playa y el mar inundando el arenal en
busca de la misma.
Fotogramas de la
inundación del arenal desde el mar.
El menda con la playa a
su espalda parcialmente inundada.
Encima de la playa
había un chalet que me llamó mucho la atención y del cual tuve que sacar una
foto para el recuerdo.
Fuimos en busca de la
otra vertiente de la playa, donde se veían coches y gente contemplando las panorámicas.
Nos costó mucho dar con
la carretera de acceso a dicha vertiente y cuando estaba a punto de abandonar,
resulta que me metí por una carretera y pude llegar a dicho lugar, pero la verdad las vistas no
defraudaron para nada.
Desde este lado, las
olas chocaban contra los acantilados de esta manera.
Y la entrada a la playa
se veía así…
Una última instantánea
de unos de los bufones de este lugar.
Buen día al final, el
cual se aprovechó para visitar una zona de la costa asturiana que desconocía
por completo.
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