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La reunión del Comité Federal
del PSOE en la sede de la calle Ferraz de Madrid ha desembocado, tras una
agónica cita de más de 12 horas de duración, en la dimisión del hasta este
sábado secretario general, Pedro Sánchez. La decisión se produce después de que
Sánchez haya perdido la votación con 132 votos en contra frente a 107 a favor
para la celebración de un congreso extraordinario en noviembre.
Tras una jornada de caos y tensión dentro y fuera de Ferraz, el sector crítico a Sánchez se ha salido finalmente con la suya en este Comité Federal, que tiene previsto nombrar una gestora provisional a la espera de que la semana que viene otro Comité vote una gestora permanente. Sánchez ya ha prometido "apoyo leal" a la gestora.
Tras una jornada de caos y tensión dentro y fuera de Ferraz, el sector crítico a Sánchez se ha salido finalmente con la suya en este Comité Federal, que tiene previsto nombrar una gestora provisional a la espera de que la semana que viene otro Comité vote una gestora permanente. Sánchez ya ha prometido "apoyo leal" a la gestora.
La convulsión se
había instalado en el PSOE desde el pasado miércoles con el anuncio de la
dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva Federal.
El Comité de este sábado se
preveía tenso, con un sector del partido crítico a Sánchez y que dejó de
reconocerlo como secretario general.
Esa división ha quedado patente a lo largo
de la jornada de este sábado, donde han tardado horas en constituir la Mesa de
la Ejecutiva, que finalmente presidió Verónica Pérez, afín a Susana Díaz.
Varios fueron los recesos necesarios para finalmente votar la convocatoria de
un congreso extraordinario.
Durante esas pausas, la tensión se trasladaba al
exterior de Ferraz, donde los simpatizantes partidarios de Pedro Sánchez
esperaban apostados en una calle cortada al tráfico. "Traidores",
"No es no", "Fuera golpistas"... fueron algunos de los múltiples
abucheos que los simpatizantes arrojaron sobre todo aquel miembro del Comité
que se dignaba a poner un pie fuera de la sede.
Al enfrentamiento entre las dos
facciones del PSOE, enfrentadas por el control del partido, se unió el bloqueo
y el caos dentro de Ferraz: no había acuerdo en qué votar, cómo hacerlo, o
quién tenía derecho a ello.
Pero al filo de las seis de la tarde, se producía
el principio del desenlace del día: Pedro Sánchez y sus partidarios colocaron
urnas para votar un Congreso Extraordinario.
Empiezan momentos de enorme
tensión.
Los críticos se rebelan al grito de "pucherazo".
Los
'susanistas' amenazaron con impugnar la votación y reaccionan recogiendo firmas
para presentar una moción de censura. Pérez Tapias abandonó el comité indignado.
La votación iniciada por Sánchez y los suyos se paralizó.
Las firmas contra
Sánchez se presentaron a la mesa, que las rechaza.
Finalmente, se decide una
votación a mano alzada sobre la propuesta de Sánchez de convocar un Congreso.
En la votación, pierde Sánchez por 133 votos a 107. Inmediatamente después,
presenta su dimisión.
Poco después, comparece mostrando su orgullo por sus dos
años y su lealtad a quienes le sucedan.
Lágrimas, insultos, gritos y toneladas de bochorno en
el Comité Federal del PSOE
Sangre, sudor, lágrimas, insultos y algaradas. El PSOE vivió ayer su día más caótico, agónico y esperpéntico en más de 40 años.
El Comité Federal terminó tumbando al primer secretario general del PSOE elegido por el voto directo
de todos sus militantes.
Tras 26 meses de huidas hacia
adelante, desafíos, guerras fratricidas, dos campañas electorales como
candidato y algunos momentos brillantes, Pedro Sánchez cerró su etapa
como líder del todavía segundo partido de España en una
jornada negra en la que los socialistas sintieron que «el PSOE está roto» y «ya
no tiene arreglo», como verbalizó José Antonio Pérez Tapias, de Izquierda Socialista.
El Comité Federal estaba convocado a las 9.00, pero tardó cuatro horas en
constituirse y arrancar.
Sus integrantes ni siquiera se ponían de acuerdo en
sus normas básicas de funcionamiento y estuvo plagado de broncas, larguísimas
reuniones, recesos, lágrimas, insultos y descalificaciones.
No se ponían de
acuerdo ni en cuántos tenían derecho a voto, ni en cómo votar, ni en qué
propuesta pasar a la consulta de los delegados.
La tensión y el esperpento se adueñaron de la reunión
socialista
Los socialistas estaban desolados.
En muchos momentos, el ambiente fue de auténtico
funeral.
La gran experiencia política de muchos de sus miembros no les hacía
regatear adjetivos: «Estamos hechos trizas», dijeron algunos. A todos,
oficialistas y críticos, les dolía el PSOE, como acuñó el viernes el ex lehendakariPatxi López. Pero eso no les hizo
frenar la guerra interna que ha desgarrado la formación en los últimos meses y
que ayer quebró al partido por la mitad. Algunos, durante la tarde, llegaron a
temer una escisión que sería «un suicidio real para el partido», acosado por el PP por la derecha y por Podemos por la izquierda.
La tensión dentro del cónclave fue en muchos casos máxima, llegando a
momentos de gran agresividad.
Los dos bandos irreconciliables en los que se ha
dividido el partido se enfrentaron a cara de perro durante 13 horas de caos.
Dentro se oyeron hasta insultos y acusaciones de «pucherazo».
Estas 13 horas
terminaron con la dimisión del secretario general, humillado y tumbado por Susana Díaz y los barones.
Las persianas metálicas del garaje de Ferraz estuvieron
cerradas a cal y canto durante todo el día. La Policía
Municipal cortó la manzana de la histórica sede socialista de
la calle Ferraz y los periodistas ni siquiera pudieron acceder al interior del
edificio -un hecho totalmente insólito- hasta la comparecencia, ya pasadas las
21.00 horas, del ahora sólo diputado madrileño Pedro Sánchez, despojado ya por
completo de su traje de líder de la oposición.
En sus ojos agotados, rojos de tensión acumulada, se adivinaba cierto
alivio tras cerrar los dos años más intensos y duros de su vida.
Susana Díaz, que ha dirigido desde el todopoderoso PSOE de Andalucía (PSOE-A) la operación para
derribar a Sánchez con el apoyo de seis de los siete presidentes autonómicos,
rompió a llorar en un momento del cónclave y en una de sus intervenciones.
La
tensión vivida en el interior del Comité Federal del PSOE fue extrema. «¡Están
matando al PSOE!», dijo entre sollozos la presidenta andaluza.
Las escenas de mayor tensión se produjeron mediada la tarde, cuando los
partidarios del todavía secretario general trataron de desarrollar una votación
secreta para aprobar el Congreso Extraordinario.
El inicio de la votación, en una urna tras una cortina y sin que estuviera
certificado el censo, desató las propuestas enérgicas de los cargos afines a
Susana Díaz.
Al grito de «cobardes» y «sinvergüenzas», exigieron que se parara
la votación, algo que finalmente consiguieron.
Eva Tamarín, persona de confianza de Tomás Gómez y, por tanto, de
la presidenta andaluza estalló por Twitter: «La mayoría
está secuestrada. Jamás pensé que un ex secretario general pudiera poner en
riesgo un partido por sus intereses personales».
Fue en ese momento cuando José
Antonio Pérez Tapias, que era partidario del Congreso Extraordinario, decidió
abandonar la reunión con gesto desolado.
El contraataque de los críticos no fue menos virulento. Rápidamente,
comenzaron a recoger firmas para presentar una moción de censura contra Pedro
Sánchez. Con un 20% del Comité Federal hubiesen tenido suficientes, pero
acabaron presentando muchas más.
La Mesa decidió no admitirlas y luego dio paso
a la votación que acabaría con Sánchez como secretario general del partido.
Tras la dimisión del líder socialista llegó la desolación.
No por su marcha,
ansiada por medio partido, sino por la situación en la que queda la formación
política más antigua de España, con casi 140 años de historia. Levantarlo,
aseguraban algunos, parece ahora tarea imposible.
Una gestora dirige el partido
Solución temporal.
Tras la dimisión de Pedro Sánchez, el Comité Federal acordó formar una
gestora para que dirija el PSOE de forma temporal hasta la celebración del
próximo congreso interno, del que deberá salir una nueva dirección.
Javier Fernández.
Al frente de la gestora estará el presidente de Asturias, Javier Fernández,
una persona de la máxima confianza de Susana Díaz. El órgano estará compuesto
por una decena de miembros y habrá una representación territorial plural.
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